Casas de oro de Japón-Enigmas de Colón
Otros enigmas de Colón
Este podría ser el verdadero rostro de Cristóbal Colón. Hecho por un copista sobre un pergamino que era copia de un documento que el navegante le había encargado.

Hay muchos cuadros de Colón pero todos fueron pintados después de su fallecimiento y son recreaciones de los pintores, basándose en las descripciones que cronistas de la época hicieron de su aspecto físico:

Para saber más, pulsar el enlace: ROSTRO DE COLÓN
Esta podria ser la primera isla visitada (pisada) por Cristóbal Colón. Aunque no hay certeza absoluta, por las descripciones que hace el Almirante en su Diario de a bordo, parece que es la que más encaja, dentro de las Islas de las Bahamas. 

En ella fue recibido por una tribu de indígenas taínos. Los taínos mostraron su temor a Colón desde el principio por la existencia de indios Caribes, que eran caníbales. Pero Colón minusvaloró esa amenaza.

Para saber más, pulsar en: PRIMERA ISLA VISITADA POR COLÓN

Casas de oro de Japón


El mito de las casas de oro de Cipango (Japón) lo puso en circulación el cosmógrafo italiano Toscanelli derivado de sus lecturas de los viajes de Marco Polo, el único occidental que había estado en China y había regresado, naturalmente por tierra. Marco Polo hablaba de un imperio, el de Cipango, que se asentaba sobre unas islas que estaban en el Oceáno, al Este de China. Y lo describía mucho más alejado de las costas chinas de lo que está en realidad. Describía Cipango como país muy rico y poderoso.

Toscanelli, en base a eso y a que consideraba la circunferencia del planeta más pequeño de lo que es en realidad, acabó imaginando que Japón estaba casi donde está ahora Cuba. El 25 de Junio de 1474, Toscanelli envió una carta a Alfonso V, que era Rey de Portugal y en la que le apuntaba que se podía navegar hacia el Oeste para llegar al imperio Chino del Gran Khan. Y que antes de llegar a China, estaba la gran isla de Cipango que “era abundante en perlas y piedras preciosas y que las casas reales eran de oro puro”.


Los sabios portugueses de la época dieron poca credibilidad a ese mapa naútico de Toscanelli. Para empezar, estaban seguros de que China estaba bastante más lejos de lo que el italiano decía porque la circunferencia de La Tierra en el Ecuador andaba por los cuarenta mil kilómetros, algo que se sabía desde los tiempos de los antiguos griegos. Y el cosmógrafo italiano lo cifraba en unos treinta mil.

Muchos suponen que dado el matrimonio de Colón con Filippa, una noble portuguesa y el acceso a altos niveles que eso le supuso, le permitió saber de ese mapa que estaba en la corte del Rey Portugués.  Es posible aunque no es seguro. Pudiera ser que esa versión de Toscanelli fuera tomada por Colón como verdad inmutable y le animara a trazar su plan de navegación.

Pero también se estima que Colón pudo tener acceso a esa documentación después de haber cruzado el Atlántico y que recurriera a ella para reafirmarse en su convencimiento de haber llegado a tierras asiáticas. Eso era una obsesión para él. Nadie en aquellos primeros años se percató de que aquello no era Asia, pero él menos que ninguno. De hecho falleció convencido de haber llegado a los aledaños de Japón. 

De todos modos, aún cuando alguien diera como verosímil la idea de Toscanelli en aquellos tiempos y Cipango estuviera donde él decía, a unos cinco mil kilómetros de Europa, la navegación era de alto riesgo y nadie se había atrevido a llevarla a cabo. Navegar en altura en el Oceáno a esas distancias se consideraba una temeridad. La revolución a la que dio lugar Cristóbal Colón fue a la navegación en altura. Se abrió una nueva época.





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