Los vientos que aprovechó Cristóbal Colón para hacer su travesía
del Atlántico son lo que se conocen como planetarios, pues soplan
permanentemente en el planeta. En la dirección este a oeste tenemos los conocidos como
Alisios. Ellos le permitieron navegar desde La Gomera en las Islas Canarias
hasta el Caribe.
En sentido contrario, de oeste a este, están los Contralisios,
soplando desde América del Norte hacia Europa. Son los que le permitieron
regresar. Los barcos se movían aprovechando el empuje del viento y conocer bien
en que sentido soplaban y su fuerza según la latitud y época del año era
fundamental.
Como los modernos aerogeneradores que producen energía eléctrica,
los buques a vela tenían dos grandes enemigos: el exceso de viento o la falta
de él. El exceso de viento origina olas que pueden hundir un barco. Y la falta
de viento le impide al buque avanzar pudiendo quedar atrapado en una zona de
remanso pereciendo la tripulación por falta de víveres.
Por eso, el mar de los Sargazos, situado en la zona del Atlántico
que pilla entre los Alisios y los Contralisios, es una trampa de calma. Poco
viento y además muchas algas que dificultan el avance de los buques. Muchos
buques quedaron atrapados allí quedando intactos pero con la tripulación
fallecida por falta de alimentos y agua dulce.
Peligro de motín a bordo:
En su travesía desde La Gomera hacia el Atlántico, en más de una
ocasión los tripulantes de los buques hicieron ademán de amotinarse por temor a
que no pudieran regresar. Los aires soplaban prácticamente por la popa de las naves, por atrás. No veían como podían recorrer el camino de regreso al revés.
Probablemente esa falta de viento contrario en esas latitudes es
lo que frenó un motín de verdad para obligar a regresar. Estaban preocupados
por la enorme distancia recorrida desde las Canarias y protestaban. Pero
tampoco veían forma de dar la vuelta. Hubieran topado con aires de proa.
Pero Colón conocía los vientos del Atlántico. Había navegado desde
el Golfo de Guinea hasta las Islas Azores y de ahí a Lisboa con los
portugueses. Era muy observador y sabía que para regresar debía conectar con
los vientos contralisios.
Aunque eso no quita el que la navegación con aquellos medios rudimentarios para posicionarse en alta mar, era de alto riesgo. Basta ver que hasta entonces nadie lo había logrado si es que alguien lo había intentado. Y la mayoría de la gente consideraba ese tránsito del océano como un suicidio.
Dichos vientos le llevaron a él en el viaje de regreso, con la carabela La Pinta, hasta las
Azores y de allí fue a Lisboa. Mientras la otra carabela, La Niña, acabó en
Galicia. En la zona de las Azores pillaron un temporal tremendo que a punto
estuvo de hundirlas.
Nota:
Esos vientos llamados planetarios, son originados por el Sol
y por la rotación terrestre. La radiación solar es onda corta que incide en el
suelo y el agua del mar. Es absorbida por la materia de la superficie que se
calienta y emite radiación larga que calienta el aire. El aire caliente en la
zona del Ecuador tiende a ir hacia la zona fría de los polos. Y ese movimiento
unido a la rotación del planeta sobre su eje hace que los Alisios y
Contralisios soplen como se ha indicado de una forma simplificada.
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