Veamos como eran los
hidalgos en la época de Colón, que tantos problemas le causaron. Muchos de los
hidalgos que viajaron a tierras americanas acabaron enfrentados con Colón. Cuando España comenzó la reconquista de los territorios ocupados por la invasión
islámica, ello conllevó continuas luchas y batallas. Allí, en el combate, se
ganaba la nobleza.
Cuando se recuperaban terrenos
a los invasores, se ocupaban por cristianos. Eran terrenos fronterizos, hasta
que se pudiera avanzar en la reconquista y quedaran en la retaguardia más
consolidados. Eran gestionados o gobernados por los caballeros destacados en la
guerra. A los hijos de esos caballeros ennoblecidos comenzaron a llamarles infanzones o hidalgos, que quería significar “hijos
de” alguien notable”.
A partir del siglo X, esa
nobleza o hidalguía sólo se podía transmitir por herencia. Era conocida como
nobles o hidalgos de sangre. Pero como aún quedaba mucho territorio por
conquistar, aún eran precisos muchos hechos de armas y aún se podía alcanzar la
nobleza en el campo de batalla. Esos eran los conocidos como nobles o hidalgos
de privilegio.
Los hidalgos, nobles o
infanzones tenían derechos y deberes diferentes al resto de mortales.
Estaban exentos de pagar impuestos y autorizados al uso de las armas. Debían
acudir al combate cuando se les requiriera por parte del Rey o del señor feudal
de su región. La justicia además era especial para los hidalgos.
Cuando un noble se instalaba
como gobernador de un terreno conquistado, su descendencia era noble de sangre.
Pero la heredad solía ser para el hijo mayor y el resto apenas quedaban con
posesiones. O sea, unos eran los condes y duques que administraban territorios
y otros los hidalgos sin posesiones. Empezaron a abundar los hidalgos sin
herencia. Seguían perteneciendo a una casta especial pero no disponían de
tierras o propiedades o al menos, no de forma significativa.
Además, los Reyes empezaron
a dar concesiones globales en ciertas zonas como Asturias, Santander o País
Vasco. De forma que poblaciones enteras tuvieron el estatus de hidalgos. En el
País Vasco llegó a concederse en el siglo XIV, antes del descubrimiento de América,
la hidalguía a toda la población, con lo que entre otras cosas no tenían que
pagar impuestos a la Corona.
Las concesiones masivas de
hidalguía fueron motivadas en su mayoría por la guerra civil que asoló
Castilla en la lucha por el trono. La Reina
Isabel se tuvo que enfrentar a la candidata conocida como La Beltraneja,
apoyada por Portugal. Una forma que tuvo la Reina Isabel de ganarse partidarios
fue la concesión masiva de hidalguía a territorios enteros como he descrito
antes.
En realidad fue un
despropósito que llenó a España de hidalgos. Los que lo eran por lugar de
nacimiento con motivo de esas concesiones masivas se conocían como hidalgos de
universalidad, para diferenciarlos de los de sangre y los de privilegio.
Total que en los tiempos de
Colón había millares y millares de gente que era hidalga. Desdeñaban los
trabajos manuales y aunque vivieran algunos rozando la miseria, su mentalidad
era de noble feudal.
Cuando Colón regresó de su primer viaje de cruzar el
Atlántico y habló de oro y de mujeres desnudas, así como de tierras
maravillosas, montones de hidalgos se apuntaron
al segundo viaje. En total unas mil trescientas personas en 17 buques partieron
en dicha segunda travesía.
Cuando llegaron a la Isla
Española, Colón les aprestó a las tareas de construir una ciudad, La Isabela. Y
ahí empezaron los problemas. Los hidalgos no querían dar ni golpe. La idea de
la mayoría es que ellos habían ido allí para hacer fortuna con el oro y para
holgar con las mujeres. Y que trabajasen los otros colonos que habían ido en el
viaje, la mayoría artesanos de diferentes oficios y los indios.
Además, los víveres
escaseaban, salvo lo que pudiera conseguirse de los indios, que era poco, ya
que estos tenían una economía muy precaria, de subsistencia, sin capacidad de
almacenar reservas. Colón había racionado los alimentos que habían llegado en
los buques para que no se derrocharan.
Y las enfermedades
tropicales hacían mella en los españoles. Y en cuanto al oro, no había la
abundancia que Colón había dejado entrever. Los indígenas habían recolectado
algo de oro pero no mucho, porque no le daban mayor importancia. Y en aquella
zona de La Isabela no se encontraba más oro que el que esos indígenas
entregaban a los españoles a cambio de mercaderías como adornos, herramientas y
ropa.
Los hidalgos, con su
mentalidad de nobles feudales, llevaban mal las órdenes de Colón de arrimar el
hombro. Comenzaron a enviar quejas a los Reyes de España sobre lo que
consideraban despotismo de Colón y desprecio hacia su hidalguía. Ello alimentó
la insidia de otros nobles en España que envidiaban lo que consideraban un
trato de favor exagerado hacia el navegante por parte de los Reyes.
Colón comenzó a tener muchos
enemigos entre una amplia capa de la hidalguía española lo que posteriormente
le daría muchos quebraderos de cabeza.
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